Al día siguiente, al despertar, Giorgia siente que ha metido la pata totalmente.
Y necesita arreglarlo. Rápido.
Antes de que cualquiera lo descubra, y antes de que ponga en peligro la sociedad Hill—Lerner.
Sale de su habitación y entra en la sala común de la suite exactamente a las ocho y cuarenta y cinco, cuando escucha las voces de Emily y Max, a pesar de que se ha despertado hace horas. Sin embargo, no quería salir antes porque no quería tener un incómodo encuentro a solas con Julian, después de lo que sucedió entre ambos, tampoco quería encontrarlo como un sexy Adonis desnudo en el sofá, si es que ha sido verdad eso que dijo la noche anterior, de que duerme tal y como Dios lo trajo al mundo.
Maldición. ¿Por qué no pudo contenerse anoche? ¿Cómo va a poder actuar con normalidad frente a él de ahora en adelante?
Julian sonríe como el gato de Cheshire cuando ve a Giorgia aparecer en su campo de visión.
—Buenos días, Giorgia —dice—. Hoy es un hermoso día, ¿no te parece?
Giorgia respir