Gabriele se encontraba sentado en la barra del bar, bebiendo una copa tras otra, con la mirada perdida en la nada. El sonido de las conversaciones que llenaban el lugar parecía apagarse a su alrededor, y el líquido en su vaso se desvanecía con cada sorbo, sin que su mente pudiera encontrar un respiro. Estaba atrapado en un mar de pensamientos que no sabía cómo controlar. La indiferencia de Luciano se mantenía como una terrible muralla entre ellos, algo que lo fastidiaba y lo dejaba deseando cruzarla, pero sin saber cómo.
Damián, sentado a su lado, observaba la batalla interna de su amigo. Ya lo conocía bien; sabía que algo lo estaba quemando por dentro.
—¿Te encuentras bien, Gabi? —preguntó Damián.
Gabriele no levantó la mirada, se notaba claramente que algo lo consumía.
—¿Crees que Luciano es... gay? — De repente preguntó con una sutil vacilación en su voz.
Damián frunció el ceño, sorprendido por la pregunta. Sabía que su amigo estaba lidiando con algo, pero nunca imaginó que fuera eso. Gabriele, por su parte, ni siquiera esperaba una respuesta inmediata; simplemente necesitaba compartir la duda que lo devoraba.
—¿Por qué me preguntas eso? —Respondió Damián, tomando un trago de su cerveza.
Gabriele soltó una risa amarga, con sus ojos, perdidos en el fondo del vaso, reflejando la tormenta que rugía en su interior.
—Porque... porque siento que hay una conexión especial entre él y yo, algo que va más allá de la simple atracción. Pero ahora empiezo a preguntarme si soy solo yo... —Dijo, su voz salía entrecortada. Definitivamente, el alcohol ya hacía efecto en él.
Damián lo observó sin decir nada. Notó que su amigo sentía más que solo una atracción pasajera.
—Gabriele… el amor, la atracción, todo eso puede volverse más complicado de lo que imaginamos. Pero no creo que debas seguir obsesionándote con él; podrías salir lastimado.
Las palabras de Damián, lo sumieron aún más en sus dudas. La imagen de Luciano, tan inaccesible, lo consumía.
---Me equivoqué, ¿verdad? —dijo, con voz quebrándose con la misma rapidez que su esperanza.
La realidad lo golpeó con una fuerza inesperada, una punzada aguda que recorrió su cuerpo de pies a cabeza. Era la primera vez que un hombre realmente lo atraía... y resultó que era heterosexual.
Damián guardó silencio, sabiendo que no podía hacer mucho para consolar a su amigo. Conocía la orientación sexual de Gabriele desde hacía años, pero nunca lo había visto tan obsesionado por alguien como lo estaba ahora.
Gabriele termino otra cerveza, y antes de que Damián pudiera decir algo más, se levantó de golpe. La decisión de marcharse fue tan abrupta que Damián apenas tuvo tiempo de reaccionar.
—Gabi... —llamó, pero su amigo ya se había alejado, avanzando tambaleante hacia la puerta.
Cada paso que Gabriele daba parecía alejarlo no solo del bar, sino de una ilusión que se esfumó. Con cada paso vacilante, se dio cuenta de algo : Nunca tuvo la oportunidad de tocar lo que más había deseado en su vida, y ahora sentía que la posibilidad de hacerlo se desvanecía de forma irremediable.