¡Margot se quedó en shock, ante las palabras de su marido!
—Por el momento es todo lo que puedo decirte —continuó Bastien, con esa voz baja que sabía manejar cuando necesitaba que le creyeran—. Más tarde, en mi oficina, o mañana con calma, puedo mostrarte pruebas. Quiero que las veas conmigo, sin interrupciones. Te dejarán segura de lo que digo.
Margot parpadeó, incrédula, con las pestañas húmedas aún.
—Entonces dilo ahora —pidió ella con la voz ligeramente temblorosa—. Si ya empezaste… termina. No me dejes a medias, Bastien.
Él negó despacio. No por falta de voluntad, sino por control.
—No —dijo ese CEO—. Ahora no. Solo necesitas estar segura de algo: todo lo hago por ti. Por proteger lo que es tuyo, por la promesa que le hice a tu padre, y porque te amo, Margot. No voy a volver a dejarte ir. Tampoco quiero ocultarte nada que tarde o temprano sabrás.
Ella apretó los labios, conteniendo otra pregunta. Se llevó el pañuelo a la comisura del ojo izquierdo, secó lo último de sus