En el estanque, Margot estaba desesperada, buscando el anillo de compromiso que había perdido. Sus manos estaban sucias, llenas de barro y agua, mientras las lágrimas caían sin control por su rostro. Algunas personas se acercaban, curiosas, a observar la escena. —¡Oh, Mar! —exclamó Madeleine al ver a su gemela en esa situación tan vergonzosa. Corrió hacia ella y le posó las manos en los hombros—. ¿Qué haces? ¡Sal del agua, hermanita! ¡Dios, te vas a enfermar! —¡NO! ¡No puedo irme, Madi! ¡Tengo que encontrarlo! ¡Por favor, ayúdame! —le suplicó Margot, aferrándose a ella con fuerza. Madeleine soltó un profundo suspiro, preocupada. —¿Qué buscas? —¡El anillo! ¡Bastien lo arrojó! —su voz se quebró al mencionar su nombre. En ese momento, Madeleine le cubrió la boca, notando que más personas se acercaban. —Cállate, no digas más —le susurró Madeleine, rápidamente sacando a Margot de la orilla del estanque—. ¡Tranquila, hermanita! ¡Es solo un collar que se te cayó! No es para tanto, desp
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