CAPÍTULO 23. Al menos de frío no me voy a morir hoy

Stefano tenía el corazón acelerado, la sangre le palpitaba en los oídos y su pecho subía y bajaba mientras el deseo se acumulaba en su bajo vientre de una sola sacudida.

—¡Vamos, nena, vamos, tienes que reaccionar...! —La sacudía Kiryan abrazándola.

Stefano lo vio sacarse la playera con un grito de dolor pero aun así pegó la espalda de la muchacha a su pecho desnudo para darle todo el calor que podía.

Bells tenía los ojos abiertos pero se notaba que no estaba del todo allí. Las lágrimas coronaban los ojos los ruso y Stefano la besó con un gruñido.

—Ya está, nena... todo está bien, todo está bien —murmuró acariciándola pero sabía que para preliminares no había mucho tiempo.

Se metió entre las piernas de Bells y se bajó el elástico del pantalón, empuñando aquella erección que cada vez era más feroz, mientras Kiryan cerraba los ojos contra el cabello de Bells y susurraba en su oído:

—Eso es, nena. Mira a Stefano, míralo, todo está bien... —La abrazaba por la espalda y acariciaba sus pech
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