CAPÍTULO 46. Luna de miel anticipada
Stefano estaba desesperado. Bells no daba señales de despertar de aquel dolor de cabeza, él iba detrás con ella, abrazándola mientras Kiryan conducía a toda velocidad hacia el laboratorio.
—¿Por qué no despierta, Kodiak? Debería despertar, ¿no es así? —preguntó asustado y Kiryan no dijo nada, pero sí, un desmayo tan largo no era normal.
Tomó su teléfono y en pocos segundos comenzó a dar órdenes. Apenas llegaron al laboratorio la llevaron directamente a una de las áreas especializadas de la clínica y la metieron a hacerle una tomografía.
Los minutos parecían eternos mientras aquella máquina trabajaba y salían los resultados de los exámenes. Stefano, con el corazón en un puño, miraba impotente como algunos doctores entraban y salían, hasta que Kiryan se asomó y lo dejó pasar también a él.
—La tomografía no refleja daños en su cerebro —les dijo un especialista—, y tampoco encontramos ningún signo de contusión en la superficie del tejido cerebral.
Stefano respiró profundamente, un poco al