Por eso, aquellos que llegaron para darle la bienvenida no se atrevían a descuidarla en absoluto. Sin embargo, en Majotán, la familia Ramírez apenas era considerada una familia adinerada. Si Diego estaba en la cúspide de la pirámide, la familia Ramírez apenas había escalado unos peldaños.
Pero gracias a Diego, las jóvenes de la alta sociedad trataban a Camila con mucha cortesía.
—Es Diego quien llama. Ustedes charlen, yo salgo a atenderlo. —Mientras conversaban, el teléfono de Camila sonó. Al verlo, sonrió.
—¡Ay, tengo que salir a atenderlo!
—Sí, ¿qué puede ser tan importante que no podamos escuchar?
—Exactamente.
—Ustedes, solo están bromeando, pero no digan tonterías frente a Diego. —Camila rio.
—¿Diego? —dijo mientras salía del reservado para contestar.
—¿Estás en el hotel? Baja un momento. —Diego preguntó directamente.
—¿Ya llegaste? —Camila se sorprendió—. ¡Sube! Hay muchos amigos, solo faltas tú.
—Solo diré unas palabras y me iré. —Diego reprimió su ira—. Baja.
Camila tuvo que re