—Parece un líder sensato. —comentó Irene.
—O tal vez sea un corrupto; tan generoso desde el principio. —respondió Bella, riendo.
Mientras hablaban, Diego apareció con Feli, seguido de Javier.
—¡Hola, tío! —saludaron Irene y Bella al unísono.
—¡Hola, hola! —dijo Javier, contento—. ¿Por qué no pasan a casa a sentarse un rato?
—Es muy tarde. —respondió Bella—. No hemos preparado nada, mejor vendremos otro día a ver a usted y a la tía.
—Han pasado muchos años sin verte, Bella. Sigues tan hermosa. —dijo Javier—. ¿Tus padres están bien?
—Sí, están bien, gracias por preguntar. —contestó Bella con una sonrisa.
Después de charlar un poco más, se despidieron y se fueron.
—Han pasado tantos años. —dijo Javier, observando cómo se alejaba el coche, con cierta nostalgia.
Diego se sorprendió al ver que Bella era tan educada y comprensiva frente a su padre.
—Te comportaste muy bien. —dijo Irene en el coche.
—Eso es porque quería hacerte quedar bien. Si hubiera sido otra persona, ni le hubiera dirigido