—Recuerdo que mencionaste que tenías una novia con la que llevabas años. La que viste hoy, debe ser ella. No te preocupes, está bien; de verdad, fue solo un frenazo repentino de mi conductor lo que causó el incidente. —dijo Justino.
—Sí, es mi novia. Justino, gracias por avisarme. Tendremos que salir a cenar algún día. —respondió Joaquín, aliviado.
—Han pasado años desde que nos reunimos. Bueno, busquemos un día para hacerlo. —dijo Justino, frotándose la frente.
Joaquín colgó y rápidamente llamó a Ezequiel.
—No iré.
—¿Qué pasa? ¿Hay algún problema? No habías prometido que vendrías. —preguntó Ezequiel.
—Sí, pero surgió algo imprevisto. —respondió Joaquín—. Te invitaré a unas copas otro día.
—Está bien, entonces. —dijo Ezequiel—. Así quedamos.
Joaquín se dirigió directamente a la casa de Irene. Al llegar a su edificio, llamó a Bella, pero fue Irene quien contestó.
—Ire, ¿dónde está Bebé? —preguntó Joaquín.
—Se fue a duchar. ¿Por qué no llamas más tarde? —sugirió Irene.
—Dile que baje cua