Capítulo 0188
—Entonces, quédate quieta, yo me muevo. —Diego alzó una ceja.

Irene, enfadada, arrancó las sábanas y se envolvió en ellas.

Pudo oír que Diego se reía; todo su pecho temblaba. Irene sabía que era porque la estaba abrazando, por eso podía sentirlo. Incluso, si se acercaba más, podría escuchar su latido cardíaco.

Él estaba riendo, pero las lágrimas de Irene, sin saber cómo, se caían. Este hombre, lo que siempre había apreciado, había sido el goce físico.

Pero ella no. Ella quería su amor verdadero. Sabía que eso era un lujo.

—¿Enfadada?

La voz de Diego sonó afuera. Sin hablar de todo lo demás, en ese momento y en esa escena, los dos parecían un par de esposos comunes y corrientes. Acababan de pasar por un amorío, bromas y travesuras.

Pero la realidad siempre era tan cruel. Lo que ella quería, Diego nunca había querido dar.

—No, quiero dormir. —Ella sacudió la cabeza, porque estaba en las sábanas; su voz era un poco resonante.

—Duerme. —Diego había comido y bebido bien; su rostro estaba sa
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