Por fin pudimos descansar, al menos por unas horas. Pero temprano por la mañana, Nayla me despertó sobresaltada.
—¡Andy, despierta!
—¿Qué pasa? —pregunté, aún con la conciencia adormilada.
—¡Hay un ejército fuera de la mansión!
Me levanté tan rápido como pude y corrí hacia la ventana. Mi corazón se paralizó al ver lo que ocurría: los militares rodeaban la mansión, con armas de alto calibre... incluso tanques.
—Declan me llamó —explicó Nayla—. Él y Ezra se quedaron haciendo guardia en la academia con los pocos soldados que quedan. Me dijo que también allí los tienen rodeados.
—¿Y la montaña de Deimos?
—Parece que también está rodeada. Puedo sentir muchas presencias alrededor.
—Espera aquí. Saldré a hablar con ellos —respondí. Aún tenía la esperanza de que todo fuera un malentendido y que pudiéramos resolver las cosas por las buenas. El ejército a nuestras puertas estaba formado por soldados de varios países. Imagino que ya han tomado una decisión respecto a nosotros.
Me cambié de ropa y