Sebastián llegó poco después, y al verlos intentar sin éxito, se ofreció:
—Denme espacio. Intentaré abrirla.
Usó su magia, intentando resonar con los cristales. Fue inútil.
—No puedo introducir mi energía. Solo la misma magia que hay en ella puede hacerlo.
—Yo tengo un vínculo con ella. ¿Eso puede funcionar? —preguntó Gale.
—Perfecto. Te guiaré. —Sebastián sabía que Andrómeda no estaba bien, pero no quiso alarmarlos. Tomó las cosas con calma y comenzó a explicarle a Gale cómo canalizar su magia para abrir la puerta.
Después de varios minutos de intentarlo, las puertas finalmente se abrieron. Gale y Kaleb entraron rápidamente a la cámara y encontraron el cuerpo de Andrómeda sumergido en el lago. No había ninguna señal de vida. Corrieron hacia ella. Gale la tomó en sus brazos y la sacó del agua.
—No respira… —dijo, con el corazón desbocado.
Kaleb sintió un vacío en el estómago. Su mente lo llevó de inmediato al día en que Alena murió, el día en que perdió al amor de su vida. Ahora, esa