Un hombre aparece entre ellos.
Su ropa está desgastada, cubierta de tierra y hollín, como si llevara años sin importarle la apariencia. Su cabello gris cae desordenado sobre sus hombros, y aunque su aspecto es descuidado, su aura es extrañamente poderosa. Camina entre los dragones como si fueran viejos amigos, y se detiene frente a nosotros con una sonrisa amable.
—Bienvenidos a Deimos. Puedo intuir que no son de por aquí —dice con voz profunda, pero cálida.
Gale da un paso al frente, colocándose levemente delante de mí.
—Venimos de la Tierra. Queremos ver al Rey de los Dragones. ¿Puedes llevarnos con él?
El hombre entrecierra los ojos y ladea la cabeza con curiosidad.
—¿Al Rey? ¿Y cuáles son sus razones para pedir una audiencia con él?
—Eso no es asunto tuyo. Solo llévanos con él —responde Gale con dureza.
Al instante, el ambiente se tensa. Los dragones a nuestro alrededor se alzan ligeramente, cambiando de postura. Ahora sus músculos están tensos, sus pupilas dilatadas. Se preparan p