Una ciudad pacífica, ahora en ruinas. La vida de Samuel Walker, un joven americano, cambia radicalmente, después de que un inesperado brote viral invada su ciudad. Pronto descubrirá que las cosas no son lo que parecen, conspiradores desde las sombras intentarán detenerlo en la búsqueda por la verdad. Sam y sus amigos harán un desesperado intento contra reloj de escapar de la pesadilla y contar lo que realmente sucedió ahí.
Leer más22 DE AGOSTO – 2:45 am
Estoy consciente de que necesito atención médica de inmediato. Mi plan era quedarme en esta cabaña hasta el amanecer, cuando fuera más seguro salir a conseguir ayuda, pero ahora no estoy tan segura de que pueda estar viva hasta que salga el sol. Necesito moverme, ir hacia la estación del guardabosque y que me traten las heridas. Aunque ya no me duelen incluso cada vez menos sangre brota de ella, pero están tomando un aspecto espantoso. Probablemente se me infectó, no soy médica, pero hasta yo sé que una herida infectada junto con una hemorragia no es una buena combinación.
Me levanto del sillón apoyándome en la mesa que tengo frente a mí. Me pongo de pie, y entonces la cabeza me comienza a dar vueltas y la visión por un instante se vuelve borrosa. Esto es más grave de lo que pensé.
Estoy convencida, tengo que salir de aquí y buscar ayuda. Estiro la mano, temblorosa por el dolor y el cansancio y tomo el cuchillo que había dejado sobre la mesa de vidrio de la sala junto con la linterna de mano que está a un lado. Me dirijo hacia la puerta trasera de la cabaña, supuestamente conduce a un camino que me debe de llevar hasta la estación del guardabosque.
Paso a un lado del cuerpo del joven que tuve que asesinar hace unos momentos, no quería hacerlo, pero cuando entré a la cabaña, escapando de esos malditos monstruos que me atacaron a mí y a mi novio en nuestro campamento, ¡El maldito me mordió! Intenté razonar con él, pero era inútil, insistía en atacarme así que no tuve elección, era él o yo.
Llego a una cocina, es grande y elegante, no debería sorprenderme pues estoy en las cabañas VIP, aquí solo reservan personas con dinero, personas que pagan una cantidad enorme por cada noche que pasan en este lugar, no es de extrañarse que lo mínimo que puedan ofrecer es comodidad y elegancia, aunque ahora la ilusión de opulencia se rompe por las manchas de sangre que yacen en el suelo, lo que me sucedió a mí y a mi novio en nuestro campamento también debió de haber sucedió aquí. En el fondo de la habitación encuentro la puerta que me conducirá a mi destino, camino hacia ella y la abro; la oscura y fría noche me saluda de nuevo. Aún con dudas, pero consciente de que necesito salir de aquí bajo los tres escalones que llevan hacia un gran patio.
La oscuridad y la neblina predominan. No puedo ver muy lejos, así que enciendo la linterna que tengo en la mano. Al hacerlo, el débil rayo de luz logra iluminar vagamente un sendero que se abre al final del patio.
“Ese debe de ser el camino hacia la estación del guardabosque” me digo a mí misma.
Atravieso el patio, Intento ir lo más rápido que puedo pues sé que esos perros, o lo que sean esas cosas que me atacaron, pueden seguir cerca. Era mejor apresurar el paso, pero el cuerpo entero me duele sin mencionar las punzadas que siento en la cabeza que vienen acompañadas con algunos mareos ocasionales, todo esto hace que el trotar sea algo muy complicado.
Han pasado ya unos cuantos minutos desde que me adentré al sendero terroso, por ahora no hay rastro de algún animal salvaje cerca, de hecho, el bosque está demasiado silencioso. Llego a un pequeño tablero de madera que me indica que estoy a solo unos pocos cientos de metros de mi destino. A este ritmo, en unos diez minutos estaré finalmente a salvo.
El recorrido por el bosque se mantiene tranquilo, eso me causa un gran alivio, pero los dolores de cabeza se intensifican con el paso del tiempo y por unos momentos siento que voy a desmayarme. Tengo que detenerme a descansar un poco, le estoy exigiendo mucho a mi cuerpo que, si antes de ser atacada no tenía la condición necesaria, ahora mucho menos.
Metros más delante de mí, a un costado del camino, hay una gran piedra, lo suficientemente ancha y alta para usarla como asiento, mi cansancio y dolor la hace sumamente atractiva, no debería hacerlo, debería seguir adelante hasta estar a salvo, pero no puedo continuar más si no descanso un poco me desmayaré, así que cedo y me recargo en ella; inhalo profundamente y exhalo lentamente para poder tranquilizarme. El frío aire del bosque llena mis pulmones y seca el sudor que recorre mi frente. El sonido de las hojas de los árboles bailando de un lado a otro de cierta forma me tranquiliza. No puedo evitar cerrar los ojos. ¡Dios, estoy tan agotada!
Pero mi descanso no dura más de un minuto, es interrumpido por un ruido, un ruido que inmediatamente llena de terror mi cuerpo y logra sacar lágrimas de mis ojos.
Un gruñido, lamentablemente familiar suena frente a mí, abro los ojos y veo cómo el animal salvaje que asesinó a mi novio sale de entre los árboles. Sus ojos rojo brillante y la sangre saliendo de su hocico lo hacen ver aún más amenazador. Avanza lentamente hacia mí, moviéndose en círculos a mi alrededor, acechándome. De alguna manera sabe que estoy débil y lastimada, se está tomando el tiempo para jugar con su presa.
El animal ataca, toma vuelo y se lanza contra mí. Empuño el cuchillo que he tomado de la cabaña con fuerza y, un poco antes de que el animal logre agarrar mi cuello con sus afilados dientes lo clavo en lo que aparenta ser su abdomen.
Un aullido de dolor sale de la criatura, confirmando que le he atinado. El animal se revuelca de dolor por unos momentos en el suelo; aprovecho la oportunidad y salgo corriendo, o trotando, lo que mis energías y cuerpo me permiten hacer.
Volteo hacia donde está el animal y veo cómo se vuelve a levantar, se sacude un poco y vuelve a correr hacia mí. Por más que lo intente, no puedo deshacerme de esa criatura.
Corro lo más que puedo, intento dejar al animal atrás, pero es inútil, es más rápido que yo de eso no hay duda. Escucho sus pasos cada vez más cerca de mí, mismos que van acompañados de gruñidos que parecen ser una combinación de enojo y hambre.
La desesperación e impotencia se apodera cada vez más de mí. Pero quizá pueda lograrlo, a unos cuantos metros de logro divisar un puente de madera, si recuerdo bien se supone que al cruzarlo se encuentra la cabaña del guardabosque. Aún tengo posibilidad, tengo que aferrarme a ella.
Llego al puente, decidida a salvarme, pero el animal logra alcanzarme. La criatura brinca y su cuerpo choca con mi espalda, haciendo que caiga de cara contra la fría y húmeda madera.
Me intento levantar, pero ya es tarde, siento el aliento húmedo y caliente del animal en mi cuello; este es mi fin, estoy muerta.
Lágrimas salen de mis ojos, la tristeza, enojo y desesperación comienzan a dominarme. Jamás pensé que este fin de semana terminaría así.
Siento cómo los dientes de aquel monstruo comienzan a enterrarse en mi nuca
¡BUM! ¡BUM! ¡BUM!
Algo increíble sucede, antes de que el animal logre desgarrar mis carótidas y yugulares se escuchan disparos.
El animal agoniza por un instante y cae muerto. Me quedo en el suelo, atónita. Me levanto temblorosamente y observo al gran animal inmóvil a un lado de mí. No es un animal común: su piel parece podrida, le falta la mitad del rostro, se pueden apreciar los músculos desgarrados en distintas partes de su cuerpo, como si estos se hubieran hipertrofiado y rasgaran la piel.
En su cuerpo ahora hay tres agujeros con humo saliendo de ellos, uno en el cuello y otros dos en el cráneo.
Giro para agradecer a mi salvador. Es un joven que no debe ni alcanzar los treinta años, tiene una pistola de mano táctica, una de esas que tiene una lámpara unida en la parte inferior del cañón, las reconozco por las películas de acción que le gustaban ver a mi novio.
El joven está apuntando hacia donde estamos la criatura y yo.
—¡Muchas gracias! —le digo con lágrimas en los ojos, me acerco tambaleando hacia él, estoy asustada pero también siento un gran alivio, al fin estaré a salvo.—. No tienes una idea de lo agradecida que estoy por...
¡BUM!
Un disparo más.
Llevo mi mano al pecho. Sangre comienza a brotar de la herida de bala que me ha hecho sobre el tórax. Todo se vuelve borroso. El joven baja su arma y lentamente se acerca a mí.
Caigo al suelo, cada vez me cuesta más respirar, siento cada vez más presión en mi pecho, apuesto a que es la sangre llenando mis pulmones. El joven se para a un lado mío, me observa fijamente y lo escucho decir:
—Esto se va a descontrolar pronto, tengo que prepararme. -
—¿Por… qué? — digo, débil y con lágrimas en los ojos. Yo no merecía terminar así.
—No te lo tomes personal, es solo mi trabajo —dice, aunque no puedo ver su rostro bien alcanzo a ver la silueta de una sonrisa.
Apunta su arma hacia mí y después se escucha una detonación más.
28 DE SEPTIEMBRE – 3:00 PM —Puedes entrar —me dice la joven señorita. Me levanto de la silla y entro en la habitación. La secretaria, que seguramente ni siquiera tiene idea de para quien trabaja realmente, cierra la puerta detrás de mí. El cuarto es amplio y está oscuro, las luces están apagadas. Voy directo al fondo, donde está él, sentado en su escritorio. Está dándome la espalda, viendo sus monitores, en ellos hay imágenes de grabaciones de cámaras de seguridad de Sunsfield. Ese incidente ha cambiado la vida de todos en el mundo, aunque bueno, ese era el plan desde el inicio. Fuma su cigarrillo y voltea ligeramente su cabeza hacía mí. —¿Lo tienes? —pregunta. Su voz es profunda y ronca. Aunque de cierto modo, tranquila. De mis pantalones saco un dispositivo de memoria USB, me acerco lo suficiente para ponerla sobre el escritorio. —Muy bien. —Es todo lo que dice. —Te puedes ir. — No tengo más opción que hacer caso, me do
7 DE SEPTIEMBRE – 8:00 AM En la carpa médica han limpiado y vendado mis heridas. Están por tomarme varias muestras de sangre. La enfermera me limpia sobre mi antebrazo, justo sobre una de mis venas que se encuentra resaltada por el torniquete que tengo puesto y segundos después siento un ardor en el brazo, la enfermera llena unos cuantos tubos y cuando tiene lo que necesita retira la aguja y el torniquete. — Listo, puede irse, joven. — Me dice la madura señora con uniforme blanco con entallado militar. Me pongo de pie y, antes de ir hacia la salida, me acerco al espejo que está frente a mí. Es un espejo de cuerpo completo que utilizaron para la evaluación física inicial que me hicieron. Mi cuerpo está lleno de cortes, raspones, moretones y vendajes, el labio inferior lo tengo roto, me tuvieron que hacer sutura en una cortada de una ceja, una de mis mejillas está morada, mis brazos raspados y la ropa rasgada dejando al descubierto más cortes y rastros de sangr
7 DE SEPTIEMBRE – 5:00 AM —Entonces, eso es todo… — digo, triste. A pesar de todo por lo que pasamos, a pesar por todo lo que hemos sobrevivido, mi vida terminaría esta noche. De una manera u otra, ya sea descuartizado por los infectados o hecho cenizas por las bombas que nos lanzará nuestro propio gobierno. —Quizá no —dice Matt—. Aún hay una oportunidad, pero tenemos que irnos ya. — —¿De qué hablas? — —Ven. — Matt camina hacía una puerta y sale por ella, lo sigo de cerca y al salir me encuentro con lo que parece ser una terraza, es mucho más grande de lo que hubiera esperado para el tamaño de la cabaña, pero es porque no es una terraza solamente, funciona más que nada como una especie de plataforma de madera. El agua de lluvia me empapa de inmediato y el frío viento hace que me estremezca un poco, tengo que poner mi mano sobre mis ojos como si de una improvisada sombrilla se tratara para poder ver e
7 DE SEPTIEMBRE – 3:30 AM SAM Estoy en una habitación oscura. Una neblina rojiza cubre todo el lugar ¿Dónde estoy? Puedo escuchar voces de muchas personas, pero no reconozco ninguna. No logro distinguir lo que dicen y lo peor es que no estoy seguro si las voces vienen desde fuera o están dentro de mi cabeza. ¿Estaré volviéndome loco? Deambulo sin rumbo alguno y con cada paso que doy sombras comienzan a aparecer alrededor de mí. No puedo reconocer sus caras, están sumergidas en la oscuridad, pero su postura es extraña, es tensa, como si estuvieran controlando el impulso de hacerme daño. Siento un peligro muy latente al estar rodeado por ellos, pero al mismo tiempo sé que no me pasará nada. No importa que tanto avance, pareciera que no estoy llegando a ninguna parte, como si siguiera en el mismo lugar en dónde empecé, la habitación parece infinita. No puedo encontrar una salida en este mar de personas ensombrecidas. En ocasiones me duele la cabe
6 DE SEPTIEMBRE – 8:30 AM RICKY Estamos corriendo a través de los caminos de madera de la última vereda antes de llegar a la torre de comunicaciones. Tener a Sam en la espalda no es fácil, es más pesado de lo que imaginaba y el que esté totalmente inconsciente lo hace todavía más difícil. Es literalmente puro peso muerto. Sam tiene el cuerpo muy caliente. Pobre bastardo, debe de tener fiebre por la maldita infección. Le hemos inyectado el medicamento, pero no tenemos ninguna garantía de que funcione. Infectados salen de todas direcciones, algunos tienen ropa de campistas. Son los que habían desaparecido a lo largo de estas últimas semanas, mientras otros tienen uniformes de guardabosques y distinto personal que laboraba antes aquí. Madison y Matt están frente a mí, despejando el camino. Si los infectados están lo suficientemente lejos, los dejamos en paz, pero cuando están peligrosamente cerca les disparan, es una situación de doble filo, pues
6 DE SEPTIEMBRE – 8:30 AM El metro, o lo que queda de él, va disminuyendo su velocidad hasta que llegamos a una pequeña estación de metro, en donde se detiene completamente. Es muy diferente a la del complejo de investigación; su diseño es mucho más normal, como si se tratara de una estación más del metro de la ciudad, pero este incluso parece abandonado, seguramente para guardar apariencias. Estoy recargado sobre una de las paredes del tren, desde que esa criatura explotó junto con los vagones traseros no he podido decir ni una palabra, tener a esa cosa tan cerca de mí, ver sus afilados dientes, su saliva escurriendo sobre mí y el putrefacto aliento golpeando mi nariz a unos escasos centímetros, joder, Si no fuera por mi mejor amigo, ahora mismo no estaría vivo. Estoy viendo hacía la nada, a un punto fijo en la pared frente a mí, sé que el tren se ha detenido, pero aún así no puedo salir del transe. Estoy en shock. — Hey… — Escucho decir a alguien, pero la e
Último capítulo