El hombre se tiró sobre la cama, mirando fijamente el techo durante un largo rato, como si intentara poner en orden sus pensamientos desordenados. Una parte de él se debatía entre si realmente había sido una buena idea decirle a Amelia que aceptara el puesto de directora de marketing en su compañía.
Sabía que no solo sería una gran oportunidad para ella, permitiéndole crecer como profesional y realizar su sueño, sino que también buscaba de alguna manera tenerla más cerca. En el fondo de su ser, era consciente de que deseaba enmendar el daño que le había causado en el pasado.
Si al ofrecerle esa oportunidad podía sentir un atisbo de redención, entonces lo haría; sabía que era lo correcto.
Como un loco, el hombre comenzó a dar vueltas en la cama, intentando conciliar el sueño, pero la inquietud lo mantenía alerta. Tenía tanto en qué pensar y tantas decisiones por resolver. Sin embargo, había decidido dar el paso que tanto necesitaba para poder avanzar.
Se preguntaba qué le depararía e