Cuando Maximilian salió de la habitación furibundo, cerrando la puerta de un portazo, Amelia sintió que la derrota la invadía. Se dejó caer sobre la cama y rompió en llanto. Se sentía culpable y como una mentirosa. Aunque en su momento no tuvo otra opción que actuar de esa manera, sabía que no había sido la forma correcta de hacer las cosas. Las consecuencias de su mentira la aterraban, y el miedo a lo que Maximilian podría hacer la consumía.
—Lo siento mucho, perdóname, Maximilian —decía en medio de su soledad, como si él pudiera escucharla. Lo sentía profundamente. Sabía que estaba perdida y no sabía cómo aligerar la situación.
Maximilian había mantenido en secreto el regreso de su exesposa y todo lo que había sucedido. Ni siquiera su amigo Joseph lo sabía, y mucho menos Ana. Solo Laura, Benjamin y él sabían del regreso de Amelia.
Esa revelación le pesaba tanto que le resultaba difícil pensar con claridad. Recordaba la cruel forma en que Amelia le había comunicado la pérdida del