79. No puedo dejar de tocarte

Rashel no podía dejar de mirarlo. Valerik se había vuelto a acostar a su lado, pero no como antes. Ahora la tenía completamente envuelta en sus brazos, con la pierna de él atrapando la de ella y su torso musculoso pegado a su espalda desnuda. Su aliento le calentaba la nuca con cada exhalación lenta.

—Estás temblando —murmuró él deslizándole los dedos por el brazo con ternura—. ¿Tienes frío o es por mí?

—Ambas.

Valerik soltó una risa baja y profunda, contra su cuello.

—¿Quieres que te caliente, princesa?

Mordisqueó su piel expuesta y ella gimió suave para después soltar una risita avergonzada.

—Eres imposible.

—No. Soy tu esposo —le mordió suavemente el lóbulo de la oreja—. Y tengo derecho legal y moral de hacerte gemir cada vez que respiras.

Rashel sintió su erección endureciéndose contra sus trasero y soltó un jadeo contenido.

—¿Ves lo que provocas? Gracias a Dios la doctora dijo que el sexo no estaba prohibido porque no puedo dejar de tocarte.

Después de asegurarse que su bebé esta
ANGGIE VILLALOBOS

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