55. Otra igual
5 AÑOS DESPUÉS:
Alessia estaba vestida con un vestido blanco y una coronita llena de diamantes mirando altiva a los demás.
—Siéntate a mi lado, Annie. Las princesas tenemos trono, los súbditos nos obedecen.
—¿Por qué siempre tenemos que ser tus súbditos, Alessia?
La pequeña pelinegra con ojos dorados arqueó una ceja para su sobrino y este se calló enseguida.
—¿Estás cuestionando mi poder, súbdito? ¿Quieres que mi otro súbdito acabe contigo? —inquirió seriamente mirando a Demyan quien se irguió como si Alessia le hubiera dado una orden.
Su barbilla se mantuvo alta pero estaba luchando para no reírse.
A él sí le divertía ser el guardia real de la princesa Alessia.
—No.
—Muy bien.
Aquellas eran las palabras que solía escuchar de su padre.
Él no tenía que gritar para ser obedecido y ella era igual.
Se preguntaba si a veces era obedecida porque era la princesa de su padre.
“Papà da miedo. Bueno, a mí no. Lo adoro.”
Pronto recordó como un día que ella tenía frío se lo dijo a su padre y al ot