Debió haber supuesto que él no se daría por vencido tan fácilmente.

Polly intentó ignorarlo de todas maneras posibles, no respondía a su mensaje, ni a sus llamadas, evitó salir de casa a menos que fuera al trabajo, se aisló del resto del mundo, pero nada lo detuvo.

Cuando iba al trabajo, podía sentir que estaba siendo observada, quizá no por él, sino por aquel hombre que un día habían contratado, pero eso quería decir que seguía en su punto de mira.

Pronto comenzaron a llegar regalos a su casa, solo cosas que le encantaban y que no tenía la menor idea que él supiera que lo hacía pero más tarde, una nota hizo tu cuerpo temblara por que no parecían ser la palabra de un mafioso italiano tan peligroso como él.

“—Te extraño, principessa, vuelve conmigo.”

—¿Por qué me haces esto? —gimió furiosa consigo misma por sentir tanto por él.

Por llorar.

No solo había temido enamorarse de él sino también hacer daño a Gian.

No era justo mentirle a su mejor amigo, pero tampoco tenía el valor para decir