Cuando llegaron a la mansión de Théo, después de algunas horas de viaje, recibieron la noticia de que Joaquim y la familia Trajano habían salido al club de golf y solo volverían por la noche.
—Qué buena noticia, significa que podré descansar en paz un poco. —Théo hablaba aliviado.
—Aprovecharé y veré a mi hija. —Maia dijo, alegre.
—¿Cómo así? Ni siquiera descansaste un poco. —La cuestionó.
—Estoy con tanta saudade de mi hija, que no lograría pegar mis ojos, imaginando que estamos tan cerca y aun así todavía no la vi. —Sus ojos brillaban.
Era diferente ver a Maia de aquel modo, parecía tan ansiosa, como si su vida dependiera de eso. Tal vez dependiera, ya que para las madres, los hijos son la razón de su existencia.
—Muy bien, pediré que te lleven allí.
—Seré eternamente agradecida. —Sonrió, con una sonrisa bonita y encantadora, dando un guiño.
Théo no conocía a la hija de su esposa, ni imaginaba cómo era la niña, pero se sintió feliz al saber que, en medio de toda aquella confusión qu