Mirando a los ojos claros de Serena en la oscuridad, el agarre de Ethan se tensó, su ira le hizo querer estrangularla.
¿Cómo podía Serena fingir tan bien?
Después de que un médico privado examinara a Julieta, se determinó que había abortado maliciosamente y que su cuerpo estaba lesionado, incapaz de tener hijos en el futuro. La memoria USB que Julieta había traído contenía vídeos de su tortura, con Serena como principal culpable.
Con pruebas y testigos, Serena no tenía adónde huir.
—Yo... no lo hice. —Serena sintió que le faltaba el aire y trató instintivamente de apartar la mano de Ethan, con los ojos llenos de lágrimas.
—¿No? —Ethan miró a Serena con desprecio. Sus ojos estaban llenos de asco y odio—. ¿Y esos vídeos? ¿Y lo que sufrió Julieta?
¿Odio?
Serena era quien mejor conocía a Ethan, y el odio abrumador de sus ojos le atravesó el corazón.
—De verdad... no... lo hice. —Serena trató de explicar con pánico.
Ethan, quizá más agitado, sintió la lágrima caliente en la palma de su man