El hombre llegó rápidamente a su casa junto con Victoria. Al llegar, varios de sus hombres ya lo estaban esperando con una maleta preparada. Habían planeado meticulosamente cada detalle para asegurarse de que nadie, ni César ni Oliver, pudiera encontrarla y alejarla de su lado.
—Victoria, necesitamos cambiar de lugar inmediatamente. Es por tu seguridad —dijo él, sacando la maleta del coche.
Victoria lo miró con desconfianza, aún sintiendo que algo no encajaba en todo esto, pero su amnesia la dejaba sin otra opción que seguirlo.
—¿A dónde vamos? —preguntó, tratando de mantener la calma.
—A un lugar donde nadie podrá encontrarnos. Confía en mí, es lo mejor para ti y nuestro hijo —respondió, tomando su mano y guiándola hacia la casa.
Dentro, el ambiente estaba cargado de tensión. Los hombres del misterioso individuo movían las cosas con rapidez, preparándose para la partida. Victoria observó todo con una mezcla de miedo y confusión. Su mente seguía intentando encajar las piezas de su mem