—¡¿Quién eres tú?! —exclamó Lourdes, su voz cargada de incredulidad y desconfianza.
Brianna sonrió con aire triunfal, como si estuviera disfrutando del impacto de sus palabras.
—¡Yo soy Brianna! Y el hijo que espero… es de Joel.
Lourdes sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La observó con desconfianza, analizando cada uno de sus gestos.
—No… no, eso no puede ser. Mi hijo jamás me mencionó a ti. Él solo me ha hablado de Tory… ¡Siempre ha estado enamorado de ella! No sé qué pretendes, pero ese bebé no puede ser de Joel.
Hernán, que hasta ahora había permanecido en silencio, frunció el ceño, confundido.
—¡Es verdad! —insistió Brianna, fingiendo una tristeza que no sentía—. Es por culpa de Tory que Joel está así… Ella lo ha manipulado, lo ha hecho sufrir. ¡Me ha dejado sola con este bebé!
Lourdes sintió que el mundo le daba vueltas. Su instinto le gritaba que algo no estaba bien, que esa chica estaba mintiendo.
—Por favor, vete —le pidió con frialdad, sin intención de escuchar más—.