50. Una primera impresión
POV AIDEN LEFEVRE
Antonio ha sido un buen anfitrión. Tiene cuarenta años, y aunque aparenta menos, se nota en su mirada el peso de los años en los negocios. No puedo negar que nuestra alianza no solo está ayudando a reconstruir su empresa, sino que también está dando nombre y reputación a la mía aquí, en Sevilla.
Una jugada inteligente… para ambos.
Fue agradable conocer a su esposa, Inés Dupont, una mujer refinada, de trato amable y sonrisa calculada. Pero no puedo decir lo mismo de su sobrina, Sabine Dupont.
Quien para colmo, resultó ser la misma joven con la que tropecé en el aeropuerto hace unos días, la misma que derramó su bebida sobre mi camisa sin siquiera disculparse de forma sincera. Ahora, el destino —o alguna broma cruel del azar— decide que se quedará una buena temporada en casa de los Dupont.
Suspiré con fastidio cuando Antonio lo mencionó durante la cena, el día que ambos llegamos a Sevilla-España.
—Sabine acaba de regresar de París —comentó Antonio, con esa cordia