Veinticuatro.
Las cosas no volvieron a ser iguales luego de su plática con Raeliana.
— Ana, tienes que salir de la cama, llevas días bajo esa sábana y no es por ofender pero hasta aquí apestas. — Kailani, viendo que su cuñada no salía, decidió tirar de la manta con la que se estaba cubriendo. — ¡Sal de ahí ahora!
Pero Anastasia le dio batalla. — ¡No quiero! — Exclamó tirando del otro borde de la manta.
No sabía cuántos días llevaban haciendo lo mismo cada mañana, Kailani y Hunter no se rendían en intentar sacarla de la cama, siempre terminaban yéndose cuando veían que comenzaba a alterarse para terminar regresando el otro día, pretendiendo empezar desde cero.
Su conversación con Raeliana fue la cereza que adornó el pastel del desprecio, ante los ojos de sus cuñados se veía lamentable, podía notarlo en sus miradas lúgubres, no los culpaba, ella misma tenía la sensación de que estaba dando lástima.
Hunter se sintió culpable dentro de sí, incontables veces abría la boca y luego la cerraba, como si qui