La situación dentro del ambiente era hostil, sobretodo tensa.
— Ya hice lo que me pediste, ahora cumple tu parte del trato.
Edith jugó con la desesperación de Augusto un par de minutos, su mano estaba cansándose de apuntar extendida hacia ella, solo cuando se aseguró de establecer su superioridad le entregó la cinta de video.
— Te dije que todo saldría bien, ya puedes continuar siendo un cerdo asqueroso sin que el mundo ni tu esposa lo sepan. — Se limpió las manos con un pañuelo, el que dejó caer al suelo y luego lo pisó, odiaba las cosas sucias.— Las cosas se voltearon de repente pero supiste controlar la situación para que todo fluyera a mi favor, no esperaba nada menos de un hombre tan corrompido.
Pero el juez no la dejó ir tan fácilmente.
— ¿Cómo fue que obtuviste esta cinta?
Edith rodó los ojos. — No es tu deber preguntar nada, te dí lo que querías y tú hiciste las cosas que te pedí, nuestra relación laboral acaba aquí. Y mucho cuidado con abrir la boca, porque esa cinta no será