Trece.
Reinó el silencio sepulcral, lúgubre.
El maldito susto que no había querido salir y ahora, con la muerte, le recorría todo el cuerpo. Lanzó un grito de dolor y su rostro se cubrió de una intensa palidez, rodillas al suelo sintió su mundo desmoronándose, se le contrajo antinaturalmente el estómago, como si dicho se hubiese vuelto un nudo apretado y estuviese a punto de escupirlo.
De pronto, la misteriosa sombra que quedó en pie se dirigió con pisada pesada, cautelosa hacia su dirección, pasando por encima del que estaba tirado en el suelo. Anastasia ya lo veía: El cuerpo de Erick perdiendo la vida al recibir un impacto fulminante, muriendo en seco. Ya se le había adelantado y ahora seguiría ella a alcanzarlo.
«Solo espérame...» Pensó con el nudo en la garganta.
La silueta a ciegas la tomó del brazo, al alzarla se levanta del piso y entonces puede ver su rostro iluminado.
— ¡¿Erick?! — No contuvo la emoción o la sorpresa, dejando el miedo de segundos atrás en un plano secundario — P-per