Mundo de ficçãoIniciar sessãoAún seguía teniendo presente el día en que recibió la noticia.
A pesar de que lo sentía así no estaba lloviendo en lo más mínimo, afuera el cielo ni siquiera estaba un poco nublado, veía
al doctor que estaba frente a ella con una noticia negativa y los resultados entre sus manos.— Anastasia, tus probabilidades de quedar embarazada son bajas, casi nulas. Eres prácticamente infértil
Dichas palabras le cayeron como un repentino balde de agua fría
Fue realmente la peor noticia que pudo haber recibido en su vida.
No había pasado mucho tiempo desde entonces hasta su actualidad, seguía siendo joven y aún a su edad había intentado todo lo posible para formar su propia familia, no importaba qué método usara ni cuánto deseara creer que las palabras de aquel doctor no eran ciertas y su diagnóstico fuese incorrecto; todo apuntaba a que ella realmente no podía tener hijos.
No solamente podía recordar el dolor que sintió tras la noticia, sino que en su memoria también se guardaba la perfecta imagen de quien la acompañó: Lucas, el predecesor de Félix.
Lucas, su dulce amor de juventud.
A veces pensaba que su primer error fue haberse juntado con él.
— No tienes que preocuparte por eso, existen muchos otros métodos, podemos adoptar o alquilar un vientre. — En ese momento él la abrazó, tratando de consolarla — Hay muchos niños allá afuera deseando ser adoptados ¿Acaso no es esta una clara señal de lo que debemos hacer?
Anastasia creyó que él tenía razón, llegándose incluso a sentir egoísta por la manera en que había reaccionado ante la noticia de su baja fertilidad y admirando la forma en que Lucas hacía las cosas.
— Tienes razón, tal vez no tenga uno propio pero el que tendremos lo amaré como si hubiese salido de mí. — Sonrió, embriagándose de la calidez que recibía sin nada a cambio.
Lucas era perfecto, iría hasta el fin del mundo si él se lo pidiera, porque, en ese entonces por alguna muy extraña razón, realmente juraba que él haría lo mismo por ella.
Que equivocada estaba.
Porque Anastasia jamás se esperó lo que él terminaría haciendo.
— Ana, ella es Cinthia. Va a alquilarnos su útero para que podamos tener a nuestro bebé. — Lucas le presentó a una mujer rubia, de cabello ondulado y estatura mediana con una brillante sonrisa de manera repentina un día que llegó tarde del trabajo.
Anastasia se quedó fuera de lugar.
— ¿Perdón? — No pudo evitar preguntar. — ¿A qué te refieres con eso?
Le hubiese gustado creer que se trataba de una mera confusión, pero Lucas se encargó de recordarle que no era así.
— Vamos a alquilar su vientre, te dije que quiero tener un hijo ¿No? Ella necesita el dinero, nosotros al niño, es una buena oferta.
Anastasia se frotó las sientes, sonrió de manera muy incómoda hacia la tal Cinthia y luego se dirigió a él. — ¿Podemos hablar en privado, Lucas?
Él no se muestra muy complacido con la idea, pero de todas maneras accede y ambos se apartan un poco.
— ¿Qué sucede?
— ¡¿Acaso estás demente?! — Anastasia de repente estalló — ¿Por qué trajiste a una mujer para que nos alquilara su útero?! Habíamos acordado ir al centro de adopción en dos semanas, Lucas, DOS SEMANAS. Además ¡Ni siquiera se parece a mí! Dijimos que si rentábamos un útero tú buscarías a una mujer semejante a mí, Lucas.
Pero él simplemente negó con la cabeza, tan relajado como siempre, al punto en que comenzaba a ser un dolor de cabeza para Anastasia.
— Todo estará bien, ella necesita dinero para pagar el medicamento de su madre enferma ¿Acaso no es esta la oportunidad que buscábamos?
— ¿Y cómo piensas pagarle? No tengo dinero ahora y alquilar un vientre es carísimo.
— Podrás con eso, Ana. Siempre puedes con todo, es por eso que me gustas tanto. — Lucas le dio un beso en la frente, pero ella quedó con mal sabor de boca. — Además, ya está embarazada, no la puedo echar.
— ¡¿Q-qué?! ¿Cómo que ya está embarazada?
Él, de nuevo, solo asintió. — Estaba tan feliz con la noticia y sabía que aceptarías así que hasta hacia un par de semanas nosotros... Bueno, lo intentamos.
— ¿Hablas de que t-tuvieron sexo? — Recibir la confirmación a su pregunta fue un golpe bajo. — ¡¿Me fuiste infiel con ella?!
— ¡Por supuesto que no! ¿Cómo puedes creer que soy capaz de eso? Solo me adelanté un poco a los hechos y si la traje hoy es porque logró quedar embarazada.
«Osea que lo han intentado varias veces» Pensó en ese momento, mientras que el alma se le caía a los pies.
— Ana, perdón por no decírtelo, quería que fuera una sorpresa. ¿Acaso no es bueno que por fin vayamos a tener la familia que tanto habíamos deseado?
Anastasia no sabía qué pensar, era tan joven e ingenua en ese momento que creyó ciegamente en esas palabras, aunque en su corazón estaba posponiendo el asunto porque no estaba segura si realmente quería tener un hijo.
Sin embargo Lucas de nuevo hablando sobre oportunidades únicas y jurándole amor eterno logró convencerla otra vez.
Pero definitivamente por mucho que lo repitiera las cosas no anduvieron bien.
Conforme los meses pasaron las cosas en aquel departamento fueron cuesta abajo, Cinthia, que se había mudado con ellos a petición de Lucas para ‘’Cuidarla durante su embarazo de riesgo’’, se había convertido en una piedra en el zapato desde el momento en que quedó embarazada y la facilidad con la que lo hizo.
El lugar de Anastasia en el corazón de Lucas perdió valor cada vez más, llegando a un punto en que su presencia dentro de la casa se volvió un cero a la izquierda, Lucas había caído completamente ante Cinthia desde el momento en que supo que estaba embarazada.
Y muy pronto las miradas de amor que solamente eran para Anastasia se volvieron en miradas llenas de lástima y odio; hasta que un día, cuando regresó a casa después de un miserable día trabajando como mesera se encontró con Lucas esperando a la puerta, no para darle la bienvenida como ella creía, sino que tenía sus maletas con sus cosas afuera.
— Lo siento, Cinthia dice que verte le genera mucha ansiedad y el estrés no es bueno para el bebé, sabes que es un embarazo de alto riesgo, espero que puedas entenderlo. — Fue la única explicación que le dio para luego echarla miserablemente del departamento.
No importa qué tanto rogara hasta quedar afónica, tampoco cuánto hubiese llorado mientras ellos eran felices con su nueva familia, la familia que tanto había anhelado y que desde un principio debió ser suya, Lucas ni siquiera fue capaz de dar la cara y disculparse con Anastasia.
Esa misma noche sí llovió, la noche en que arrastró sus maletas con una sola idea en la cabeza: Morir.
Félix sintió el silencio en la habitación que le cedió a Anastasia, quien para ese entonces era simplemente su amiga de la infancia y hacia quien sentía un amor que debía permanecer secreto, preocupado por dicho silencio subió por las escaleras, al final del pasillo abrió la puerta solo para encontrarse con lo peor: Píldoras dispersadas por todos lados y la terrible imagen de la chica tirada en el piso, pálida.
Desde entonces Anastasia no reaccionó hasta ser internada en una institución mental, lugar donde pasó alrededor de medio año luchando contra su propia mente.
Abrió los ojos de golpe, mientras sudaba frío estaba intentando procesar el terrible sueño sobre su pasado, desde que se había casado con Erick no había tenido tal cosa. Miró sus brazos con terror, solamente se pudo relajar cuando notó que no había señales de autolesiones ni sangre debajo de sus uñas por la intensidad con la que las mordía.
Girándose para mirar el otro extremo de la cama vio a Erick durmiendo justo a su lado, su respiración era tranquila, pero lo que le importó a Anastasia fue que realmente seguía ahí junto a ella, no estaba con Edith intentando complacerla mientras que ella iba perdiendo su posición.
Pero quizás eso solamente se debía al hecho de que hasta el momento nadie sabía con certeza si el embarazo junto con el hecho de que era el hijo de Erick era cierto.
¿Las cosas cambiarían si realmente aquello era así?
No podía dejar que ella se saliese con la suya, definitivamente necesitaba encontrar la manera de superar a Edith y revelar la verdad ante todos. Y la única manera de hacerlo era ubicando a Lucien en Zodiac Girls, el cabaré al otro lado de la ciudad.
Escabullirse de Erick se había vuelto más fácil desde el momento en que tomaron trabajos separados, siendo que ella ahora estaba en manos de Gael y que su puesto como secretaria fue reemplazado por un joven que aplicó para el puesto, sin embargo siempre se iban juntos a casa.
— A ver si entiendo... ¿Me estás pidiendo que le mienta a Erick sobre tu ubicación? — Gael la miró con incredulidad, no podía creerse lo que la chica le estaba pidiendo. — ¿Acaso quieres verme bajo tierra? Erick no me perdonará una cosa así.
— ¡Por favor! — Le rogó Anastasia — Hay algo muy importante que debo hacer, necesito que lo distraigas un rato hasta que yo regrese, Gael, te lo suplico.
Él se cruzó de brazos — ¿Qué es lo que puede ser tan importante como para que lo mantengas oculto de tu marido? — Anastasia se quedó en silencio, no podía responderle — Ni siquiera puedes decirme por qué quieres que le mienta, lo siento, no quiero verme envuelto en alguna sucia treta.
— ¡No pasará nada, por favor, Gael! — Anastasia no lo dejó marchar — Solo por un par de horas, por favor.
Él se giró hacia ella de nuevo, ver el rostro afligido y desesperado de Anastasia tratando de convencerlo le hizo suspirar. — Lo retendré hasta las diez, espero que estés aquí a esa hora exacta, ni un minuto más. — Sentenció, Anastasia asintió rápidamente antes de soltarlo — Y espero que tú y yo tengamos una pequeña charla sobre esto otro día.
— Gracias, de verdad te debo una grande.
Y ahora que Gael se encargaría de Erick era su momento para poner manos a la obra.
Tan rápido como pudo Anastasia tomó un taxi. — Por favor señor, lléveme a esta dirección — Entregó la pequeña nota al chofer, quien miró el trozo de papel un poco extrañado.
— ¿Sabe qué clase de lugar es este, señorita? — Preguntó, solo para aclarar.
— Sí, lo sé — Contestó Anastasia con decisión, para mayor sorpresa del conductor — ¿Sería tan amable también de no mirar hacia atrás por un rato? Necesito cambiarme de ropa.
El chofer se rascó la nuca. — C-claro.
Ella nunca había hecho algo semejante, pero ahí estaba, cambiándose de ropa en los asientos traseros de un taxi clásico, solamente tenía tres horas para contactar a Lucien y regresar antes de que la paciencia de Erick se agotara por lo que debía ser realmente rápida, para su buena fortuna el gentil chofer no se atrevió a voltear, al contrario, durante el momento en que ella se cambiaba subió las ventanas polarizadas para evitar que la gente de afuera también se llevara un show.
— Muchas gracias — Comentó Ana una vez que hubo terminado de cambiarse por un vestido ceñido, regresando la ropa que traía puesta a un bolso mientras se arreglaba el cabello y se maquillaba, diferente de lo usual, había optado por un estilo clásico nocturno.
En cuestión de minutos estaban en el estacionamiento, las siglas Zodiac Girls en un cartel luminoso decoraban el edificio, el lugar estaba abarrotado.
— No sabía que era tan famoso — Dijo Anastasia, llevada por la impresión.
— ¿Acaso bromea? No hay lugar más famoso que este en toda la ciudad, si es acaso en todo el país. — Respondió el chofer del taxi — Pero puede ser peligroso, las redadas de policías para atrapar grandes criminales que hacen sus negocios aquí son bastante comunes.
— Igual tengo que entrar, gracias por traerme — Ana sacó el dinero de su monedero para pagarle al taxi.
Pero él se negó a recibirlo. — Yo la esperaré aquí hasta que salga, señorita. Así podrá huir rápidamente en caso de que las cosas se pongan feas. Usted págueme después de que la lleve a casa sana y salva.
Anastasia le sonrió con gentileza.
— Muchas gracias, señor.
Entonces bajó del taxi.
La entrada a ZG iba escaleras abajo, desde donde podía escuchar la estruendosa música del salón. Poco antes de llegar a seguridad se colocó un antifaz, nadie podía entrar sin cubrir primero su rostro.
Tuvo que esperar en la fila para entrar, viendo personas de toda clase ir y venir sin ningún tipo de inconvenientes.
— ¿Nombre? — Preguntó el ogro de seguridad con voz de ultratumba y una gran cicatriz que cruzaba por su ojo.
Estaba segura de que para entrar no necesitaba una reservación previa gracias a Lucien, sin embargo, no sabía qué nombre estaba registrado.
— Anastasia... — Dijo no muy convencida.
El guardia miró la lista, luego regresó la mirada hacia ella. — No está registrada, vuelva otro día.
Entonces Anastasia no era.
— ¿Hadita? ¿Pequeña Hada?— Era realmente humillante decir aquello. Pero supo que había dado en el blanco cuando el guardia abrió la puerta para dejarla pasar. — Lucien tenía que ser ¿Verdad?
Ya no importaba, había logrado entrar.







