Seis.

La incomodidad era palpable en el ambiente.

Gael estaba tan tenso que las manos le temblaban, Erick estaba sentado justo frente a sí, echándole una de esas miradas delatoras que acostumbraba a hacer mientras bebía una taza de té, toda el aura de Erick gritaba que sabía sobre lo que estaba tratando de hacer, aun así permanecía sereno, como si estuviese planeando su funeral.

— Entonces... — Habló por fin tras un largo tiempo estando callado, miró de reojo al tembloroso Gael, cuyo trabajo corría más que peligro — Me estás diciendo que Anastasia sigue en la sesión de fotos que normalmente termina a las seis pero que casualmente se extenderá por otro rato más...

Gael asintió, nervioso.

— Ya sabes cómo es este mundo, Erick. Es imposible ponerle hora fija, es como cuando una escena durante un rodaje tarda más tiempo en ser grabada.

— Naturalmente eso pasa cuando hay problemas con las escenas — Contraatacó Erick, cruzándose de brazos con impaciencia. — Gael — Lo llamó con voz de ultratumba — ¿Qué está haciendo Anastasia en realidad?

Por un momento se sintió pillado.

— No seas necio, niño. Ya te dije que está trabajando ¿Qué eres? ¿Su niñera? —A pesar de estar mintiendo descaradamente mientras pretendía mantener la calma Gael tenía otro truco bajo la manga, algo que haría que Anastasia le debiera un favor realmente grande. — Todas están adentro en los vestidores justo ahora ¿Acaso quieres ir y chequear mientras se están haciendo los cambios de ropa? Seguro que a Anastasia le encantará verte ahí.

Apenas dijo eso salió una de las modelos tímidamente, acercándose hasta Gael — Señor Bellini, el traje de Anastasia se rompió mientras se lo ponía y no tenemos uno de repuesto ¿Qué deberíamos hacer? Oh, señor Russo. No le vi antes — Ella se giró hacia Erick, ladeando ligeramente la cabeza — Anastasia está adentro pero no se ha desocupado aún ¿Quiere que la llame igual?

— No, gracias. Está bien.

Solo gracias a la linda Elizabeth y sus habilidades actorales fue que consiguió convencer a Erick, con la esperanza de que se fuera pronto, Gael se giró hacia él, pero, de nueva cuenta, Erick fue contrario a sus expectativas.

— Aquí la esperaré hasta que salga.

Fue cuando se dio cuenta de que Erick tenía la capacidad de ponerles a todos los nervios de punta.

* * *

El aroma a peligro acompañaba a Anastasia en cada paso tembloroso que daba, los niveles de frecuencia de la música llegaron a un volumen tan alto que apenas podía escuchar sus propios pensamientos. Intentó adaptarse a las luces de Neón, a los reflectores y a las personas mirándola como los depredadores observarían a un trozo de carne fresca.

Zodiac Girls siempre había sido famoso por tres cosas:

Sus mujeres, las cuales eran doce en total, cada una llevando el nombre de un zodiaco.

Su alcohol, el más puro y de fina calidad.

Y los tratos que hacían allí diferentes miembros de organizaciones criminales.

La organización del club –sin mencionar el área vip en la segunda planta desde donde se veía perfectamente todo el primer piso- estaba orientada a la exhibición de las doce mujeres, de las cuales solamente habían once bailarinas dentro de jaulas, tres de ellas estaban al fondo, dos hacia el frente, eran las primeras que saltaban a la vista al entrar y cinco más que rodeaban un escenario más amplio, el único que no traía jaula.

Desde su punto de vista las once bailarinas estaban organizadas de manera en que no opacaran la presentación de la doceava y al mismo tiempo no salieran perjudicadas tampoco.

Notar la exclusividad que al parecer le daban a la bailarina número doce hizo que Anastasia se cuestionara sobre su identidad.

— La barra número cuatro si contamos como una Z que empieza desde la izquierda — Repitió una vez más los pasos que debía dar para ubicar el paradero de Lucien.

En el club había un total de cuatro barras que proporcionaban alcohol a los clientes, una posicionada en cada esquina del establecimiento, todas ellas podrían atenderla, pero dependiendo de cuál fuera su elección sería aceptada o rechazada, en pocas palabras, si elegía la barra que no era para preguntar por Lucien sería echada por el de seguridad.

Trató de no mirar demasiado a las damiselas que estaba bailando mientras cruzaba o a los hombres arrojándoles dinero y gritando obscenidades, aquel tipo de lugares le ponían los nervios de punta, sobretodo por ser la única persona lo suficientemente tonta como para entrar a la guarida del lobo sin compañía ni protección alguna. Sin embargo un objeto volador que le cayó encima obstaculizó su campo de visión al avanzar.

— ¿Pero qué diab...? ¡Aah! — Las miradas se concentraron en ella al momento en que atrapó el sostén de la bailarina... Junto con su tanga, los cuales arrojó de inmediato al suelo tras dar un grito de espanto.

No tardó en escuchar las risas femeninas a sus espaldas. — Puedes quedártelas. — Le dijo la bailarina.

¿Para qué diablos querría ella algo como eso?

— Qué amable de su parte... Regalarme su... Ropa interior usada y sin lavar. Pero... Eh, adiós. — Contestó de mala gana. Con el corazón a millón Anastasia pasó por encima de las prendas sudadas a toda velocidad.

Tras aquella realmente mala experiencia ya se había hartado lo suficiente como para querer regresarse a casa, pero todavía le quedaban poco más de dos horas –El tiempo máximo que Gael podía retener a un impaciente Erick- para charlar con Lucien.

— ¿Qué le ofrezco de beber, señorita? — El bartender se sorprendió de ver a una mujer tan simple como Anastasia allí.

Anastasia, asegurándose primero de estar en la barra correcta recordó el siguiente paso: — Quisiera el trago más suave que tengan.

Si había elegido correctamente aquel hombre solo podía contestar una cosa:

— ¿Un trago suave? Aquí no servimos eso — Él observó que Anastasia permaneció inmóvil, entonces continuó — Si quieres algo sin alcohol puedes ir y comprarte un jugo.

Ella pudo saborear la victoria por un momento.

— ¿De qué hablas? Dije que quería un trago suave... Como el que toma su maestro.

Era una clave que muy pocas personas conocían y que le darían acceso a Lucien. El bartender pareció asentir, pensativo — Al parecer hay un poco en la bodega, en seguida mi compañero irá a revisar.

Traducción: Veré si el maestro está dispuesto a recibirla.

Anastasia asintió.

Con una bebida en la mano y la desesperación en la otra pasó el tiempo, los minutos que habían transcurrido hasta entonces comenzaban a alterarla de los nervios, tenía el tiempo contado, Gael no aguantaría a Erick por mucho tiempo más, pero justo antes de empezar a creer que no sería atendida el hombre del bar regresó, la miró, luego se acercó con recelo.

— Al parecer tenemos problemas para encontrar lo que buscó, pero tenemos otras opciones de mejor calidad ¿Le parecería bien se entra a echarles un vistazo?

La sensación de satisfacción que recorrió por sus venas fue algo que se hizo imposible de describir.

— De acuerdo. — Afirmó.

Había sido aceptada.

Aquel hombre la hizo entrar a través de la puerta que estaba disimulada en la pared, habían dos caminos, una escalera que se dirigía hacia la bodega en el sótano y un pasillo estrecho y oscuro que iba en ascenso hasta un segundo piso, justo por la parte trasera de la zona vip, una alfombra larga que la rodeaba, mientras cruzaban Anastasia logró echar un ojo disimulado a dicha zona, las personas que estaban charlando allí daban la impresión de ser imponentes, además, el lugar estaba mejor decorado que cualquier otra parte del club y habían meseros con bandejas entre manos ofreciendo bebidas y cigarros a los presentes.

Se quedó fría cuando un hombre de mediana edad le clavó la mirada, la terrible sensación oprimiéndole el pecho hizo que los músculos de Anastasia se tensaran, él seguía mirándola fijo, sin desviar la mirada hacia ninguna otra parte. Era como si estuviese ahí solo porque sabía que ella también estaría allí, Anastasia pensó por un momento en que quizá sus pasos estaban siendo seguidos, justo como cuando salió con Raeliana.

— Te aconsejo que no los mires a los ojos si quieres seguir despertando cada mañana, suelen ser muy hostiles hacia las personas que no conocen. — Advirtió el bartender que la estaba guiando.

— P-pero ese hombre no deja de mirar... — Se quedó muda por un momento, porque cuando volvió a girarse la persona que hasta entonces la había estado mirando ya no estaba. — ¿Qué se hizo? ¿Desapareció?

— Será mejor que solo los dejes en paz.

Quizá el bartender tenía razón, estaba siendo paranoica.

Contrario a sus pensamientos la oficina de Lucien estaba en la tercera planta, al finalizar el pasillo se encontró con unas escaleras, hasta ahí la guió el hombre, por lo que debía continuar con el resto de su camino sola.

Un par de inmensas puertas fueron las que le dieron la bienvenida al terminar las escaleras, afuera había otro guardia, un poco más grande y rudo que el anterior, además de tener cicatrices en su cara que definitivamente daban el aspecto de tipo rudo.

— ¿Tienes permiso para estar aquí? — Preguntó él.

— Sí, soy An... Eh, Hadita, pequeña Hada — Titubeó un poco.

Él la miró de arriba abajo. — No estamos esperando a ninguna pequeña hada.

— ¿De qué estás hablando? Lucien dijo que podía entrar ¿Dónde está él? No tengo tiempo, tengo que irme pronto.

Al parecer hizo una mala elección de palabras.

— ¿Lucien? — Repitió de manera severa — ¿Una pequeña cosa inútil como tú se atreve a llamar a nuestro jefe tan familiarmente?

— P-pero ese es su nombre — Anastasia retrocedió con miedo un par de pasos, él estiró su enorme mano hacia su dirección. Se esperó lo peor.

Pero antes de que nada sucediera la puerta se abrió.

— Escuché que mi pequeña hada ya llegó — Lucien los interrumpió en el momento adecuado — ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no la dejas pasar?

Todo se quedó en silencio gracias a la forma agresiva en que aquella pregunta salió de su boca.

— Lo siento, señor. No creí que fuera su invitada.

— No es tu trabajo creer nada. — Advirtió Lucien, dirigiéndose hacia Ana — ¡Pequeña hada! Cuanto tiempo sin vernos, ¿Por qué estás ahí parada? Entra rápido. — Esperó un par de segundos a que Anastasia entrara y concentró su mirada gélida en el guardián en la puerta — Tú y yo tendremos una conversación más tarde, Mike.

— Sí... Señor.

La oficina de Lucien no era una broma.

Abarcando todo el tercer piso tenía una vista panorámica hacia el exterior, por un momento nació la semejanza con la oficina de Erick, sin embargo dicha idea quedó abolida casi de inmediato solo porque Anastasia no quería establecer comparaciones entre ambos.

— ¿Qué te parece? Lindo ¿Cierto? Hice que acomodaran esta mesa solo para recibirte — Lucien continuaba hablando solo y robándose su tiempo escaso.

— Sabes que no he venido para eso — Anastasia dejó sobre la mesa la rosa que recibió minutos atrás, regresándola al jarrón en medio de la mesa que estaba lleno de ellas, al punto en que no la dejaban ver. — No necesito una cena romántica contigo.

Lucien hizo mala cara, aburrido, bajó el jarrón con flores de regreso al piso. — Siempre eres tan aguafiestas ¿Qué te cuesta seguirme la corriente? — Apoyó los codos sobre la mesa, recargando sus mejillas en las manos mientras la contemplaba — Sea como fuera la razón por la que has venido es bueno volver a verte, querida hada, creí que no volverías a buscarme ¿Cómo supiste que era yo?

Anastasia no entraría en detalles innecesarios.

— ¿Cómo no saberlo? — Fue su respuesta — ¿Tuviste resultados satisfactorios con tu búsqueda?

Lucien sonrió, por supuesto que los tenía.

Pero la sangre que se deslizaba desde la mejilla de Lucien hasta gotear sobre el mantel de la mesa no le inspiraba confianza.

Anastasia trató de limpiarlo — ¿Te cortaste con algo?

Lucien se sobresaltó por un momento, pero luego regresó a su sonrisa habitual. — Sí, sufrí de un pequeño accidente poco antes de que llegaras, por eso tardé tanto en contestarte.

Anastasia lo atrapó en su propia mentira al percatarse de que no había ninguna clase de corte en su mejilla.

— ¿Qué fue lo que descubriste? — Dejó la servilleta ensangrentada de lado, regresando a su postura original erguida.

— Efectivamente, alguien se encargó de comprar la escopolamina, una droga tan potente que el simple contacto con la piel te convertirá en la marioneta de otra persona sin que puedas siquiera recordar lo que hiciste. — Lucien le entregó más información al respecto dentro de un sobre que Anastasia abrió casi de inmediato. — Sin embargo el comprador fue anónimo y lo hizo todo mediante terceros, las probabilidades de que sea quien estamos buscando son bajas.

— Necesito averiguar a como dé lugar quien fue, podré acabar con todo esto si tan solo se descubre que Edith drogó a Erick ¿Puedes hacer eso por mí?

Lucien alzó una ceja. — Yo puedo hacer cualquier cosa por ti, te lo dije antes. Pero esto que me estás pidiendo tiene un precio.

— Ya sabía que no lo ibas a hacer por buena voluntad.

Lucien solo se rió.

— Aunque quiera no se vive de buena voluntad, por lo que si tú haces algo por mí yo haré lo que me estás pidiendo... Además te haré saber algunos detalles que seguro te serán de ayuda.

— ¿Eso quiere decir que no me has contado toda la historia?

Lucien volvió a sonreír.

— Eso quiere decir lo que quiere decir.

Anastasia se mordió el labio con indecisión, haciendo una pausa durante pocos minutos, inhaló hondo bajo la mirada atenta y a la expectativa de Lucien bebiendo vino, luego exhaló:

— ¿Qué es lo que quieres?

* * *

Erick ya estaba comenzando a perder los estribos, Gael se había quedado sin excusas para no dejarlo pasar luego de tres horas en las que Anastasia no daba señales de vida ni tampoco contestaba su teléfono celular.

— ¿Dónde está Anastasia? Será mejor que me dejes entrar.

Gael estaba de pie en la puerta actuando como barrera protectora. — ¡Ya te dije que estamos demasiado ocupados y que no puedes hacerlo, gran bravucón! Falta muy poco ¿Acaso no puedes esperar más?

— Llevo esperando res malditas horas aquí, será mejor que mi esposa salga de inmediato o te juro que voy a...

Anastasia apareció en el preciso momento en que Gael estaba siendo tomado por el cuello de la camisa a manos de un impaciente Erick a punto de degollarlo.

— Ya estoy lista, podemos irnos. — Anastasia trató de ocultar lo exaltada que estaba por haber subido corriendo las escaleras traseras que daban al estudio, además de haber tenido que cambiarse de ropa. — ¿Qué Estás haciendo, Erick?

Él la miró, ver los restos de maquillaje en el rostro de Ana le hizo saber que probablemente Gael no le había estado mintiendo. — Tardaste demasiado.

— Gael ya te dijo que estábamos ocupados, no creí que tardaría tanto así. — Ella suspiró de mala gana, con cansancio. — ¿Ya nos vamos?

Erick le sonrió, ofreciéndole el brazo para que Anastasia lo tomara y se lo llevara lejos antes de que siguiera haciendo preguntas.

Las piernas de Gael lo dejaron caer en el momento en que el par de tórtolos se marcharon, todo su cuerpo estaba temblando y sudando frío, motivo por el cual Elizabeth le hizo llegar un vaso de agua.

— Creí que iba a morir — Murmuró, pálido del susto.

De camino a casa el cansancio se hizo sentir pesadamente en el cuerpo de Anastasia, miraba por la ventana mientras intentaba asimilar toda la información que había recibido, las palabras de Lucien llegaron a su mente de último momento, la contestación a la pregunta que había hecho resonó en su cabeza antes de que se quedara dormida sobre el asiento del auto:

''Quiero que me traigas las llaves del búnker''

¿Cómo se suponía que las encontraría?

El camino de regreso a casa era tranquilo y despejado, el cielo nocturno, las luces del vehículo iluminando la carretera oscura y Anastasia dormida justo a su lado eran su única compañía en el momento. Erick giró su cabeza hacia ella, pensando en lo agotada que estaba, no la despertó. Movió sofisticadamente su mano hacia la pulsera que le había regalado, sujetando una de las cuentas con forma de estrella que colgaban de esta, la acarició por un momento, presionando una de las puntas y deslizando el dedo hacia arriba, la figura se abrió, debajo había una luz parpadeante roja muy tenue, apenas la tocó empezó a sonar un timbre bajo de alarma en su celular, activándose una voz computarizada al momento en que el brillo de la pantalla le iluminó el rostro:

''Sistema GPS reactivado: Actualmente el usuario se encuentra a: menos de un metro de distancia''

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