Aquello alarmó terriblemente a Catalina.
— ¿Tenerme? — Masculló airada.— es que...¿qué soy para ustedes? ¡¿Un puto juguete?!
Alessandro fue a contestar pero timbró su celular.
— ¿Ciao? Sí, está aquí. — murmuró. — sí, la tormenta causó bastante estragos pero la casa está bien y los trabajadores ya comenzaron las obras de reparación, aunque es posible que estemos sin fluido electrico por un par de días más.
Reinó el silencio por unos minutos y luego:
— Sí, por supuesto. Aquí les esperamos.— colgó.— era nuestra madre. Padre, ella e Ivy vienen en camino y por cierto, saben que estás aquí.
Sander elevó un hombro.
— Por supuesto que lo sabrían. No se puede atravesar la aduana de este país sin que algún informante de ellos se percate.
* * *
— Bueno, debo confesar que me siento profundamente desepcionado. — confesó Valiant mirando a sus hijos con expresión de reproche.
Luego de haber llegado a la finca de Sandro, su mujer se había abalanzado sob