Sonee llamó a la puerta del probador, otra vez. — ¿Todavía no estás lista, querida?
Catalina se miró en el espejo de cuerpo entero, maravillandose ante lo que veía. El delicado vestido que su suegra había seleccionado se adaptaba a su figura, era de su tamaño exacto, y obviamente le quedaba bien.
En lugar de intentar disimular sus curvas, el caído escote la hacía verse sensual, y la falda larga se abrazaba a sus piernas.
Saliendo, Catalina enfrentó las miradas satisfechas de su suegra y su cuñada con trepidación. Esperando las críticas y burlas a las que ya estaba acostumbrada.
— Te dije que encajaría. — Ivanna volvió a decir y se preguntó porqué ella tenía tantos problemas para confiar en su opinión.
— Por supuesto que si lo haría, — Sonee dijo, su voz claramente reflejaba su agrado. — No hay más que seleccionar la ropa adecuada y los colores correctos y estarás en buen camino, cariño. Ahora ve, pruebate el otro.
Catalina no se quejó. Cierto. Sabía que en algún momento t