208. Besos torpes, padres sabios
Valdimir y Aelina caminaban en silencio, empujando la ornamentada carriola real donde el pequeño Erik bebé agitaba sus manitas con alegría, ajeno a las preocupaciones de los adultos. El descubrimiento reciente de la relación secreta de su hijo mayor pesaba en sus mentes, mezclando la alegría por su felicidad con la sorpresa de no haber sido informados.
Valdimir, con una expresión pensativa, rompió el silencio:
—Posiblemente lo hizo en estos días que han pasado —reflexionó, deteniéndose para observar al bebé Erik, que gorjeaba felizmente en su carriola. Luego, con un toque de humor en su voz, añadió—: Sin embargo, Erik no sabe besar...
Aelina, sorprendida por el comentario, lanzó una mirada de reojo a su esposo, con una chispa de curiosidad brillando en sus ojos.
—Ahora que mencionas eso —Aelina se volteó para mirar a su atractivo esposo —, ¿quién te enseñó a besar a ti, Valdimir? —preguntó, con su voz teñida de unos leves celos que la misma pelinegra no pudo evitar encontrar tontos, ac