Serena sí deseaba buenas oportunidades.
Después de todo, ¿quién no quiere escalar más alto?
Pero nunca se planteó aceptar la rama de olivo que Lorenzo le tendía.
Desde el momento en que decidió mantenerse lejos de los protagonistas y huir del guion original, supo que no rompería sus propias reglas tan fácilmente.
—No, gracias —respondió con frialdad—. Quiero tomarme un descanso.
Lorenzo frunció el ceño.
—¿Qué te pasa, Serena? ¿Aún no es suficiente con todo el tiempo que llevas ignorándome?
A ella ya comenzaba a irritarle.
—Por favor... soy una mujer casada. ¿Qué sentido tendría que estuviera enfadada contigo? Y si tengo algún problema, sería con mi esposo, ¿no te parece?
Lorenzo sintió un nudo en el pecho. No sabía cómo lidiar con ello.
Antes, Serena no era así con él...
Esteban había llegado después.
No podía aceptar que, tras tantos años como amigos de la infancia, Serena pudiera ser conquistada por alguien que apenas acababa de aparecer.
Molesto, recordó algo del pasado.
—¿Te acuer