El color violeta solía hacer ver a las personas anticuadas o apagadas, pero Serena lo había dominado a la perfección.
Dentro del set, llevaba un vestido blanco de tirantes, y su larga melena violeta caía sobre sus delgados hombros como una cascada. De perfil, sin maquillaje alguno, su piel se veía pálida y tersa, sus cejas arqueadas y la nariz recta. Sus labios, de un rojo suave, parecían especialmente delicados. Parecía un hada que se había perdido en el mundo de los humanos.
Se puso un abrigo sobre los hombros y siguió escribiéndole a Esteban:
—Gracias, jefe.
Pero por escribir tan rápido, su mente no alcanzó a seguir sus dedos, y en lugar de "jefe" escribió "esposo".
Un momento después, Esteban le respondió:
—De nada.
Cada vez que Serena recibía su sueldo o cobraba por alguna campaña publicitaria, consultaba con Ted sobre nuevas formas de inversión.
El concepto de "dinero que genera más dinero" la seducía mucho, especialmente si se trataba de inversiones de bajo riesgo y alto rendim