Apártate de mi camino.
El abogado salió, y presenció una violenta pelea que se desarrollaba en el extenso jardín frente a la mansión familiar.
Los entrenados hombres de Sebastián combatían ferozmente contra los guardaespaldas de Stella, moviéndose entre los arbustos y estatuas que adornaban el lugar.
Era notorio, que los hombres de Sebastián, con su ventaja numérica estaban ganando terreno minuto a minuto.
La brutal pelea involucraba puños, patadas y algunos improvisados bastones tomados del jardín, mientras los gritos de esfuerzo y dolor rompían la tranquilidad del vecindario.
Sebastián, con el rostro amoratado y un hilo de sangre descendiendo por su barbilla, apenas comenzaba a recuperarse de la paliza que había recibido apenas unos segundos atrás.
Respiraba con dificultad, sentía un dolor en las costillas, y su camisa de diseñador, antes impecable, ahora mostraba manchas de tierra.
A pesar del dolor físico que nublaba sus pensamientos, estaba determinado a ingresar a la mansión que consideraba