Él destino de Mariana.
Mariana había tenido una vida extremadamente difícil durante los últimos años, un camino sembrado de sufrimiento y desesperación que parecía no tener fin.
Todo comenzó cuando su abuela fue detenida por Sebastián. La anciana fue sometida a la más terrible de las humillaciones como castigo. Obligada a prostituirse en el pueblo contra su voluntad.
Diariamente era obligada a posarse en la plazas con ropa interior inadecuada para su edad, dejando al descubierto su cuerpo gordo, guateado y lleno de celulitis, expuesta a las miradas de desprecio, burla y lástima de los transeúntes.
Si por ventura lograba obtener un cliente, algo que ocurría muy raramente, podía comer ese día; de lo contrario, lo cual era lo más habitual, pasaba hambre, debilitándose cada día más, tanto física como emocionalmente, hasta convertirse en apenas una sombra de la mujer que alguna vez había sido.
La anciana, con los ojos hundidos por el hambre y la desesperación, rogaba y suplicaba a los hombres que pasaban po