El jaque mate perfecto.
El salón contuvo el aliento, atrapado entre la sorpresa y la incredulidad.
Era, hasta ese instante, la cifra más alta de la noche, una cantidad que marcaba un antes y un después en la velada, incluso quienes no estaban interesados en la pieza sintieron cómo la tensión les recorría la espalda. Los murmullos se acallaron, y todos los ojos giraron hacia la fuente de semejante audacia, como si esperaran que, en cualquier momento, la lógica volviera a imponerse.
Alessia se volvió hacia Sebastián, esperando su aprobación con una sonrisa que buscaba seguridad, aunque en el fondo solo quería una señal que justificara su impulso. Él murmuró algo en voz baja, probablemente un intento de disuasión disfrazado de consejo, un "piénsalo bien" entre dientes que se ahogó en medio del alboroto contenido del salón.
Sin embargo, ella lo ignoró por completo, como si no lo hubiera escuchado, o peor aún, como si su opinión ya no importara.
Con una determinación nacida más del orgullo que de la sensatez, alz