LISSANDRA
La noche era elegante, demasiado perfecta… como toda mentira bien vestida.
Marcus había insistido en que lo acompañara a una obra benéfica.
Sabía que era una trampa social. Mostrarme como suya. Exhibir a la esposa devuelta, recuperada, como si alguna vez hubiese sido un trofeo que perdió y volvió a poseer.
Vestí un vestido negro.
Entallado, sobrio, sin adornos.
Un luto viviente.
Mi rostro lucía intacto. Mi corazón latía con fuerza, si todo salía bien, hoy sería mi última actuación.
Llegamos al evento. Marcus me tomó de la cintura con fuerza, como si temiera que escapara.
Quizás lo sabía. Quizás lo presentía.
—Sonríe, amor —me dijo al oído—. Esta noche todos deben ver lo feliz que somos.
Tragué el veneno y forcé una sonrisa.
Saludamos. Caminamos entre mesas. Escuchamos discursos vacíos.
Y entonces…
Lo sentí. Un escalofrío que me atravesó la espalda.
Ash.
Me giré antes de poder evitarlo.
Allí estaba.
Traje negro, Cabello oscuro peinado perfecto. Ojos azules que ardían al verme