LISSANDRA
La noche era fresca cuando salimos de la cena. Pero yo no sentía frío. No con su mano sujetando la mía. Cada cierto tiempo la llevaba a su boca y la besaba y luego me sonreía.
Ash no dijo nada en el camino. Solo me miraba de vez en cuando, como si no terminara de creer que realmente estábamos juntos. Yo tampoco lo creía. Sonreía de saber que al fin podría estar con él y con Erick.
Ahora lo sentía. Lo sentía en cada latido, en cada respiración más liviana.
Estaba libre.
Cuando el auto se detuvo frente a la mansión de Ash, sentí que el corazón me latía más fuerte. No era por miedo. Era por emoción. Por lo que estaba a punto de recuperar.
Ash me miró y tomó mi mano, acarició mi mejilla y me besó, suave, pero intenso, reclamando mis labios que solo eran de él.
— Al fin estás en casa mi amor, no sabes lo vacío que se sentía este lugar sin ti, dormí con Erick cada noche para no desmoronarme, Liss, no lo vuelva a hacer, no te alejes de mi, te necesito hasta para respirar amor.
Mi c