WILLIAM FOREST
Tenía todos los accesos listos.
Firewall violado.
Sistema de seguridad clonado.
Tres pantallas funcionando a la vez: laptop, celular y el sistema de vigilancia de la mansión Black.
Marcus era bueno escondiendo cosas.
Pero yo… era mejor encontrándolas.
Me tomó dos días rastrear el contenido exacto:
Videos. Archivos. Capturas. El video del hombre que Ashton mató.
Toda la evidencia que Marcus pensaba usar contra él estaba encriptada y dividida entre tres fuentes:
– Un respaldo en su laptop personal.
– Una copia sincronizada con su celular.
– Y, por si fallaban los anteriores… una carpeta encriptada en una nube que ya había hackeado.
Todo listo.
Una sola orden… y todo se borraría del mundo.
Pero eso no bastaba.
Marcus era retorcido.
Probablemente tenía otra copia, física.
Por eso, me infiltré la noche anterior.
Instalé un pequeño dispositivo en el mecanismo de la caja fuerte.
Uno que no solo abriría la cerradura…
Uno que, al activarse, dejaría un rastro de humo tan fino que