No estoy sola.
LISSANDRA
La mañana era tranquila… pero mi cuerpo aún temblaba con los recuerdos de la noche.
Cada movimiento me recordaba que Ash había estado ahí.
Cada rincón de mi piel era un mapa de su paso.
Cada marca, cada roce, cada suspiro, todavía ardía como fuego lento dentro de mí.
Me senté en la cama con la sábana enredada en las piernas. Aún tenía su polera puesta.
La llevé al rostro y volví a abrazarla.
No podía soltarla. No quería.
El aroma de Ash aún estaba impregnado en ella: su colonia, su piel, su presencia.
Era como si al abrazarla, pudiera volver a tenerlo.
Me recosté en su lado de la cama, ese espacio que había contenido su cuerpo la noche anterior, no se sentía tibio pero aún tenía algo de él. Su aroma, me recosté y abracé la almohada y entonces lo sentí.
Algo diferente.
Bajo la almohada o más bien… dentro de la funda.
Metí la mano despacio, con el corazón acelerado.
Mis dedos tocaron el papel.
Lo saqué con cuidado, como si fuera frágil, como si pudiera romperse con solo mirarl