Mi papi es un héroe.
Habían pasado tres horas. Mi bebé seguía dormido, aún conectado a esa máquina que le salvaría la vida. La sangre de Ashton seguía fluyendo lentamente en esas bolsitas que se movían de un lado a otro.
Mi celular empezó a vibrar. Al revisar mis redes sociales, tenía más de 400 notificaciones. Abrí la app y todas eran por la foto que Ashton había subido. Mis antiguas compañeras de secundaria —las que jamás me hablaban— ahora comentaban felices por mí. Decían que Ashton era un hombre guapo, que me envidiaban.
Obviamente me envidiaban. Ashton era el hombre más rico de la ciudad, muy por encima de Marcus y otros empresarios. Inteligente, frío, un tiburón en los negocios. Y yo, la única que alguna vez logró quitarle sus proyectos. Eso hirió su ego. Por eso ahora soy su propiedad.
Si tan solo hubiera sabido… jamás le habría quitado esos malditos contratos. Pero yo era una mujer enamorada.
Entró una enfermera con una bandeja.
—Señorita Lissandra, esto lo envía su prometido.
La mujer dejó la ba