LISSANDRA
Los flashes no paraban. Luces blancas estallaban cada pocos segundos mientras posábamos para la portada de la revista más prestigiosa del país. Ash, impecable, en un traje oscuro hecho a medida, con su reloj de oro asomando bajo la manga y con una sonrisa que me ponía de rodillas. Yo, envuelta en un vestido color vino ceñido, elegante, con un escote suave que resaltaba mis curvas sintiendo su mano en mi cintura mostrándole al mundo que era suya.
Éramos la pareja del momento: el soltero más codiciado del país… y yo, la mujer que había conquistado su corazón. Aún me costaba creerlo.
La entrevista se realizaba en una terraza privada del hotel más exclusivo de la ciudad. Copas de vino, cámaras encendidas, periodistas sonrientes… pero yo no dejaba de sentirme vulnerable. Había demasiados ojos sobre nosotros, demasiadas sonrisas falsas. Hasta que sentí su mano rozando la mía bajo la mesa. Ese simple gesto bastó para recordarme que no estaba sola.
La periodista principal, una mujer