ASHTON GARDNER
Salí del baño secándome el cabello, el torso desnudo, con ese pantalón gris colgando bajo en mis caderas. No esperaba verla así. No estaba preparado.
Y entonces la vi…
Y me detuve en seco.
Literalmente.
La toalla se deslizó de mi mano sin que me diera cuenta. Mi cuerpo se congeló, pero no de frío, sino de impacto. De deseo. De algo primitivo que despertó tan pronto mis ojos recorrieron cada centímetro de ella.
Liss.
Lencería roja. Tacones. Bata negra transparente. Cabello suelto, ondulado, cayendo sobre sus hombros como una promesa. Una fantasía viva. Una diosa caminando hacia mí en encaje rojo.
—Mierda… —susurré, apenas respirando.
Ella dio un paso. Con esa seguridad felina que solo una mujer profundamente amada puede tener pero al mismo tiempo con esos nervios que mostraba su mirada, esos nervios de no saber si me gustaba lo que veía y por dios maldita sea, se veía infartante. Se detuvo frente a mí, alzando la barbilla con una sonrisa que me destruyó.
—Esta era una de