LISSANDRA
La puerta se cerró tras de mí con un suave clic.
El sonido de mis tacones resonó por el mármol mientras intentaba avanzar con total normalidad, aunque traía las manos ocupadas con una elegante bolsita de tela negra satinada, de esas que parecen inocentes… pero esconden travesuras.
—¿Liss? —la voz de Ash retumbó desde el pasillo y yo di un salto como si me hubieran pillado haciendo una travesura — Ya volviste, ¿qué traes allí?
Tragué saliva. ¿Por qué sonaba tan malditamente perceptivo cuando no debía? Respiré hondo, sonriendo con falsa inocencia.
— Nada, solo productos femeninos, tú sabes, skin care, y cosas así — traté de parecer normal pero mi voz salía nerviosa.
Ashton se asomó por el marco de la puerta, descalzo, con la camisa remangada, ese cabello ligeramente despeinado como si acabara de pasar los dedos por él. Apoyó el hombro en la pared y me miró... directamente a la mano que sostenía la bolsita.
—¿Skin care, y por qué la bolsa no trae la marca? ¿qué compraste Lissan