La larga mesa de madera pulida y mármol, tenía sobre sí copas de fino cristal aguardando por la llegada de los vampiros. Dorian estaba sentado en una de las sillas acolchadas mientras Lía, de pie detrás de él, bebía con un mal presentimiento que le cerraba el estómago.
¡Guerra!
Ryu deseaba saber quién quería iniciar una guerra. No era muy difícil conocer la respuesta: ¡Todos! Vampiros, humanos, todos buscaban una excusa para atacarse. ¿Por qué él no lo veía y se empeñaba en luchar contra la corriente? ¿Acaso no sería más fácil tomar el lugar que le correspondía al lado de sus iguales y dejar de enfrentarlos? Claro que tenía un mal presentimiento. Su instinto le decía que la obstinada decisión de su hermano de oponerse a lo inevitable lo llevaría definitivamente a la tumba.
Poco a poco los vampiros fueron llenando el elegante comedor. Sus rostros, algunos preocupados, otros enojados, no tenían el mismo ánimo de la última reunión en isla Valaquia. Por último, entraron los tres príncipe