—Entra pronto —le dijo Amaya a Tiago halándolo del brazo para meterlo en su habitación.
Ambos se sentaron en la cama de una plaza de ella y se miraron por un momento antes de que Amaya encendiera la computadora portátil e introdujera la memoria. Inmediatamente varios archivos aparecieron.
—Copié todo lo que me pareció importante —dijo Tiago a su lado, mirando la pantalla—. Hay algunos que están cifrados.
Amaya comenzó a abrir y leer cada uno de los archivos. Eran, más que todo, las historias médicas de sus compañeros. Al parecer todos estaban modificados genéticamente para hacerlos más fuertes o potenciar habilidades ya existentes, pero eso era algo que ya sabían.
Tiago observaba como abría los archivos y solo le daba una mirada a la parte dedicada a la identificación.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó desconcertado.
Ella resopló antes de contestar.
—Cuando estaba en La Fortaleza, Ryu dijo algo. Él me preguntó si no me parecía extraño que todos los cazadores fuésemos huérfanos. L