Laurel
Coqueteamos con la mirada y los gestos, sin necesidad de hablar, pues nuestras almas se comunicaban bien en el silencio. Aquí, ocultos de los problemas externos y de todo el caos que se había desatado, huíamos. Solo éramos dos almas heridas, en proceso de sanación.
Nuestro amor necesitaba una caricia y volver a ser fuerte. Por eso le dábamos este bálsamo silencioso, íntimo y muy nuestro.
Liadrek caminó hacia mí con pasos cautelosos, como si no quisiera presionar, pero al mismo tiempo, deseara dejar claro lo especial que era este momento para nosotros.
Era como si confirmáramos nuestra relación, ya sin dudas, sin secretos ni cohibiciones. Éramos él y yo contra el mundo.
—Me habías preguntado cuándo descubrí mis sentimientos por ti... —habló él mientras extendía su mano hacia mí, de forma caballerosa.
Miré su brazo extendido y sonreí. Luego me sostuve de él y me dejé guiar hasta el interior de la bañera.
Ayayay...
La sensación fue maravillosa: el agua tibia, el perfume...
Solté un