Kaia
Todo era tan incómodo ahora...
¿Cómo algo tan bonito podía dejar consecuencias tan oscuras? Me sentí terrible. Si yo no hubiera besado a Nevan, nosotros dos estaríamos bien y esta tensión no existiría entre los dos...
Suspiré para no descomponerme. Miré a Nivi, quien no se apartaba de mi pierna, y me crucé de brazos.
—¡Va! Puedes venir, pero debes comportarte, o no me dejarán llevarte de nuevo —le dije, resignada, y mi pichinchu empezó a flotar a mi alrededor, contento—. Eres un manipulador, ¿sabías? —Entrecerré los ojos.
—¿De verdad puedes llevártelo? —preguntó Nevan, mientras revisaba que tuviera todo en su misteriosa mochila negra, esa que siempre se llevaba a donde fuera que iba.
Ah, conque puede hablar...
Me aclaré la garganta, porque la sentí reseca de repente.
—Sí, se puede llevar pichinchúes, pero no siempre. Y no a todos se los permiten. Creo que ese y un pez son los únicos animales que podemos llevar —contesté con naturalidad, así, como si no sucediera nada raro entre n