Nevan
Observé a Kaia correr entre las criaturas voladoras, unos animales parecidos a ciervos, pero con alas y de color dorado y plateado.
No tenían nombre, o por lo menos no había leído sobre ellos, lo que me hacía pensar que estaban ocultos en este lugar sagrado y que nadie los había registrado.
Los lugares sagrados, dependiendo de su nivel, no eran accesibles para cualquiera. Incluso, algunos solo podían ser vistos o encontrados por los guías y las personas que nosotros lleváramos.
Esa era una de nuestras habilidades: ocultar y encontrar lugares desapercibidos por el ojo común.
Encontré este en mi adolescencia y, desde ese entonces, se había convertido en mi escondite favorito cuando quería despejar la mente. Ni siquiera mamá sabía de su existencia.
—¡Estos chicos son muy divertidos! —exclamó Kaia, muy feliz y emotiva, mientras regresaba a mi lado.
Ella se había olvidado de mí cuando se encontró con las criaturas voladoras y me reemplazó por ellos.
Kaia era tan...
Sacudí la cabeza p